Área Metropolitana diseña una hoja de ruta que definirá el futuro urbanístico en los 10 municipios.
Los municipios del valle de Aburrá crecen sobre las laderas de manera desmedida, sobretodo en Bello y Copacabana (norte), Sabaneta y en el corregimiento de San Antonio de Prado de Medellín (sur). Lo que va en contravía con las ciudades modernas, compactas y con sana mezcla de usos del suelo.
Así lo muestra un análisis del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad Eafit(Urbam), que planteó la necesidad de una articulación urbana, ambiental y social en el área metropolitana.
Eso representaría que los 10 municipios de la zona deben ir en la misma dirección en cuanto a la planificación del territorio, renovación urbana, generación del espacio público, movilidad y cuidado del medio ambiente.
Precisamente, expertos del Área Metropolitana diseñan una hoja de ruta que definirá el modelo de ocupación regional y articulará los 10 planes de ordenamiento territorial del valle de Aburrá.
Este plan, que estará listo el próximo año, se basará en el nuevo POT de Medellín (2014), que propone una ciudad con desarrollo en el eje del río y frena la expansión en las laderas.
Se trata del Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial (Pemot), una figura normativa creada en 2013, que además define el sistema para la gestión integral del agua, vías y transporte público urbano, la estrategia para la vivienda social y prioritaria, así como el ordenamiento del suelo rural y suburbano.
Víctor Piedrahita, subdirector de Planificación del Área, contó que el valle de Aburrá será la primera, de las seis áreas metropolitanas del país, en construir un Pemot. Aclaró que si bien habrá una unificación, los municipios no perderán la autonomía en el uso del suelo.
El Plan Estratégico tiene las mismas características de un POT. En su construcción hay que hacer una cartografía, identificar zonas de riesgo, de usos comerciales y residenciales, además, traza el futuro urbanístico de las ciudades a largo plazo.
El diagnostico revisará cada uno de los POT del valle de Aburrá, los cruzará y los analizará para identificar si hay zonas de protección que limitan con áreas de expansión urbana o suelos de uso residencial con industrial.
El arquitecto y experto en urbanismo, Juan Carlos García, dijo que el Pemot no debe cambiar los POT municipales. Sin embargo, aseguró que el gran reto de la autoridad de planeación es verificar si hay coherencia en los planes trazados con las realidades de los territorios.
El experto explicó que por ejemplo el Plan de Ordenamiento Territorial de Bello traza un macroproyecto alrededor del parque Tulio Ospina, pero nunca lo planificó ni lo elaboró. “En cambio sí se construyeron edificios sin planificación, lo mismo pasó en Envigado, Sabaneta, Itagüí”, advirtió García.
Entre tanto, Federico Estrada, presidente de la Lonja de Propiedad Raíz de Antioquia afirmó que cada municipio tiene autonomía en el ordenamiento territorial, pero que se necesita una articulación regional, sobre todo, en el desarrollo urbanístico para que haya un equilibrio.
El director dijo que hay asimetrías y desequilibrios porque mientras unos municipios bajan las densidades, otros las aumentan. “Si en un municipio limitan la edificación, en otro abren una puerta, tal y como pasó en Medellín con el antiguo POT (2006-2014) que congeló la construcción de alta densidad en el eje del río y ese desarrollo se trasladó a Bello y Sabaneta”, aseguró.
Estrada precisó que hace seis años, la capital antioqueña tenía el 70 por ciento de las viviendas nuevas, lo que es coherente porque Medellín tiene el 70 por ciento de los 3.700.000 habitantes del valle de Aburrá. Sin embargo, hoy esa la cifra está en el 30 por ciento.
La periferia
Un estudio de la Universidad Eafit mostró que los barrios del área metropolitana con las condiciones socioeconómicas más bajas están ubicados en la periferia de Medellín, así como en Bello y Copacabana, mientras que en los municipios del sur (Evigado, Itagüí y La Estrella) hay mejor calidad de vida.
Juan Sebastián Bustamante, investigador de Urbam Eafit, explicó que “el valle de Aburrá está creciendo sobre las laderas de manera desmesurada, con todos los impactos ambientales que trae esto, con distintas formas de urbanización, asentamientos precarios y suburbanización”.
De acuerdo con los análisis, ese crecimiento ha llegado a tal punto, que hoy unas 300.000 personas viven en zonas de alto riesgo en el área metropolitana.
Mientras tanto, en los sectores cercanos al río, en la llanura del valle, hay una desarticulación de proyectos de renovación urbana, cuando esa zona tiene una oportunidad de albergar población en unos suelos aprovechables.
Para el experto en los alrededores del río están las zonas con mayor oportunidad de construcción de vivienda, de renovación urbanística, áreas ambientales y la infraestructura de movilidad más importante.
El análisis muestra que por ello, la ciudad debe crecer hacia el centro, en zonas planas, sin riesgo, con más equipamientos y que históricamente han tenido planificación.
Igualmente, dice que en el río, donde se consolidará la futura metrópolis, hay una oportunidad de trasladar la población que vive en las zonas altas de la montaña.
Fuente: El Tiempo