Ser la ciudad de los rascacielos en Colombia, no trasnocha a Medellín. Tampoco, sus planificadores urbanos consideran conveniente construir edificios de más de 50 pisos que, por ejemplo, en Bogotá ya se están levantando.
El freno a la construcción en altura de la capital antioqueña estuvo motivado por la regulación de la densidad en la ciudad. Bajo esta premisa, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), aprobado en octubre pasado, incluyó normas, para muchos radicales, que regulan el tema.
Hasta hoy, el edificio más alto de Medellín sigue siendo, luego de 43 años de construido, el Coltejer con 37 pisos, en el Centro de la ciudad. Le siguen en altura otras estructuras, igualmente con uso de oficinas, como la torre del Café (36 pisos) y la Cámara de Comercio, que en su sede principal tiene tanto viviendas como espacios laborales.
La nueva norma, que ha generado malestar en propietarios de tierra en sectores altos de El Poblado, plantea la construcción de edificios con máximo ocho pisos, cuando tradicionalmente se han levantado hasta de 32.
Si no es POT es el Olaya
Otro obstáculo que tiene Medellín para construir rascacielos es la ubicación del aeropuerto Enrique Olaya Herrera en plena ciudad.
Esta situación presenta un nuevo elemento que los constructores deben tener en cuenta a la hora de solicitar licencias: el cono de aproximación al aeropuerto Olaya Herrera, en el Suroccidente.
Paradójicamente, esa restricción con la que se busca evitar que aeronaves que pretenden aterrizar en ese terminal aéreo sufran incidentes, aplica para las centralidades de la ciudad o bordes de río Medellín, donde no hay límite para construir en altura.
En la zona industrial de Belén la nueva regulación abrió posibilidades de levantar edificios sin tanta restricción, pues el gremio constructor argumentó un efecto de “apantallamiento” que da el Cerro Nutibara, al superar la altura de las estructuras y permitir que estén a ese nivel.
No obstante, en zonas como Guayabal o Manila, en El Poblado, en nuevo POT abrió la posibilidad de construir viviendas en altura pero el cono de aproximación las cobija.
El modelo Medellín
Los planificadores de la expansión urbanística de Medellín tomaron dos modelos de construcción en el mundo para pensar en la ciudad: el de Estados Unidos, que consiste en una plataforma y sobre esta se levantan las torres y el de Barcelona, que establece un volumen de la manzana completo y parejo.
“Ambos son sostenibles, habitables, dijo Juan Manuel Patiño, subdirector de Planeación de Medellín, quien consideró que en esas zonas cercanas al río, donde no hay restricción para la construcción, la regulación se hace con topes de altura, de acuerdo con fórmulas que miden el índice de construcción.
“Aplicamos un índice al suelo con el que se estipula los metros cuadrados que definen una altura. También se regula la cantidad de viviendas por hectáreas”, acotó.
Aunque el modelo de Medellín establece que las densidades más altas están sobre el río y las más bajas en la ladera, a eso le mezclan como norma que en la zona donde es posible hacer más altura hay una regulación por índices (densidad) y en los bordes los regulan por altura.
De acuerdo con esos topes el promedio de las edificaciones que se pueden levantar en los bordes del río (dónde no hay restricción), es lo que hay en zonas como Suramericana, es decir, aproximadamente 15 pisos, en algunos casos hasta 20.
“La idea es que no seamos una ciudad tan vertical, porque es complejo de mantener sobre todo cuando vamos a hacer viviendas en edificaciones tan delgadas”, apuntó.
Rascacielos no es progreso
La creencia de que los rascacielos son inherentes a las ciudades del primer mundo, es desvirtuado por expertos urbanistas. Si bien, Jorge Enrique Agudelo, investigador de la Lona Propiedad Raíz, explicó que las construcciones en altura buscan aprovechar al máximo el poco espacio que hay para construir en Medellín, aclaró que no siempre las grandes construcciones mejoran la calidad de vida de una ciudad.
Agregó que la normatividad de Medellín y la densidad en algunas zonas, no permite la construcción de rascacielos. Sin embargo, añadió, ese tipo de edificios no son tan buenos y adecuados para la ciudad.
“Y no son buenos, particularmente por que la capacidad del suelo no permite que existan, y no quiere decir que el edificio se vaya a caer, sino que son un poco de edificios que dificultarán que tengamos acceso a vías públicas para la cantidad de personas que vivirán ahí”, puntualizó.
En esa dirección, el director de Planeación de Medellín, Jorge Pérez Jaramillo, aclaró que en la ciudad se requiere una mejor gestión de la autoridad y el control de usos del suelo que alteran la convivencia ciudadana”.
Para Federico Estrada, gerente de La Lonja de Propiedad Raiz de Medellín, el crecimiento vertical no se debe mirar como algo nocivo para una urbe, sino como la posibilidad de tener ciudades más compactas: “es más inteligente el desarrollo no horizontal. Es generar ciudades compactas manteniendo el equilibrio en cuanto a generación de espacios físicos e infraestructura vial”, explicó.
Siendo así, los expertos consideran que, muy difícilmente, no en menos de 20 años, en Medellín se verá un edificio de más de 37 pisos, es decir, que supere al Coltejer.
Con esto, se ratifica que urbanísticamente, Medellín se acerca a un modelo europeo de construcción horizontal y descartas el anhelo de algunos por ver rascacielos en la capital antioqueña.
Fuente: El Colombiano